Serpientes y escaleras - La nueva oposición

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En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - La nueva oposición

La Generación Z no busca un puesto ni una beca, quiere vivir sin miedo

 

La nueva oposición

Una acción juvenil apartidista como la de la llamada Generación Z es un termómetro político sobre el descontento social hacia el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. La jefa del ejecutivo y distintas figuras de Morena han descalificado el movimiento con argumentos poco sólidos, salidas sencillas y la cantaleta recurrente de que se trata de un ataque de los conservadores, financiado por grupos de poder. Pero la Generación Z podría ser más que eso, puede ser el punto de inflexión en un régimen que está despertando a un sector que históricamente no participaba.

 

“No hay oposición” me han dicho muchas veces distintos actores políticos de Morena cuando se toca el tema del descontento social. “Puede ser que estemos mal, pero no tenemos nadie enfrente”, rematan, como si la soledad partidista fuera garantía permanente de triunfo electoral.

Pero tienen razón: tanto en lo federal como en lo estatal la oposición partidista está desdibujada, llena de personajes impresentables y figuras que, a pesar de tener argumentos y razón en sus críticas, cargan con un pasado que le impide ser referencia para una sociedad harta de ladrones, delincuentes y corruptos.

Si ese fuera siempre el escenario, el Movimiento de Regeneración Nacional no tendría nada de qué preocuparse, porque efectivamente, en los últimos años, casi todas las elecciones han sido un round de sombra en donde la batalla más complicada ha sido la interna, entre los grupos y aspirantes a los distintos cargos de elección popular. Superado ello lo que sigue es más tranquilo, en algunos casos casi de formalidad, porque en muchos lugares la oposición hace campañas testimoniales.

Lo delicado de la Generación Z es que puede ir más allá de lo que la presidencia y los morenistas creen, podría ser el inicio de un movimiento social anti establishment similar al que vivió el PRI a finales del siglo pasado y que se repitió en el 2018, cuando se generó una ola anti PRI que abarcó todos los sectores poblacionales y todos los estratos sociales.

Quizá como lo ha dicho insistentemente la presidenta Claudia Sheinbaum y distintas figuras de primer nivel de la 4T, la del próximo 15 de noviembre sea una manifestación más, poco numerosa, sin representatividad social y cuyo impacto no supere lo mediático. Puede ser.

Pero tal vez lo que veamos sea diferente y marque el inicio del despertar de un sector de la población que no participaba en política, a quienes no les interesaba la actividad pública, no volteaban a ver al gobierno ni se enteraban de las cosas que ocurren en México. Si ese fuera el caso, la historia sería diferente porque se trataría de un movimiento orgánico más allá de siglas y sobre todo incontrolable por cualquier grupo político.

El eje del llamado a movilizarse es la inseguridad y la violencia que se vive en México, situación que se ha agravado cada sexenio y que a pesar de las cifras alegres que ofrecen las autoridades de todos los partidos, son muy altas y cada vez mayores a las del periodo anterior. La numerología es avasallada por la percepción: la gente vive con miedo, desconfía de las autoridades y no acepta mejora alguna a pesar de que las estadísticas digan que vamos bien.

Un punto delicado en esta historia es la narrativa presidencial, descalificando a los jóvenes, acusando a las redes sociales y culpando a los medios de comunicación. Hasta antes de este movimiento la generación Z no volteaba a ver a ver a sus autoridades, no se interesaba por lo que decía la presidenta y dedicaba su tiempo a cosas que no tenían que ver con la agenda del gobierno o la política. Hoy comienza a ser distinto.

Cuando la presidenta Sheinbaum culpó a las redes sociales de lucrar con la tragedia de Uruapan, descalificó a los jóvenes que hacían críticas al trabajo de seguridad y calificó de bots a las cuentas desde donde se hablaba del tema, los jóvenes voltearon a verla y le respondieron.

Ahí radica un punto medular del problema: el gobierno federal despertó a una generación que no participaba, que se mantenía fuera del debate público y se concentraba en sus cosas. Regresarlos a ese espacio va a ser muy difícil y no será consecuencia de una decisión personal.

La naturaleza de la juventud es la rebeldía, es una etapa de la vida en la que se busca la propia identidad, se cuestiona la autoridad y se exploran nuevas experiencias. En esta etapa de nuestra historia los jóvenes se han alejado del trabajo público, desprecian a la política y a sus integrantes, no creen en la verdad oficial y construyen su propia narrativa. Haberlos llevado a la agenda pública no es poca cosa y como se perfila, puede detonar un movimiento social auténtico y sumamente peligroso para Morena.

El impacto de este tipo de movimientos dependerá de la magnitud y persistencia de los jóvenes; si, como lo ha dicho la presidenta de México, se trata de una acción patrocinada por sus detractores, carente de representatividad, con fines políticos y con el objetivo de dañar “al movimiento”, todo quedará en una nota de fin de semana con poca repercusión en la agenda del país.

Pero si no es así y el gobierno junto con su partido mantienen el discurso de descalificación, el impacto puede ser mucho mayor, porque el tema de inseguridad y de violencia no se resolverá en el corto plazo, porque en la narrativa pública se mantendrán los escándalos de corrupción y la falta de oportunidades de trabajo para las nuevas generaciones.

Aunque las críticas a la estrategia de pacificación han sido intensas desde hace tiempo y muchas figuras políticas de renombre señalan las fallas, ha sido la voz de la juventud la que colocó la historia en otro nivel y la que podría trastocar la estabilidad de un gobierno que navega sin oposición.

El de la Generación Z puede convertirse muy rápido en el problema u oportunidad más relevante del sexenio en tres niveles: en lo federal puede debilitar la narrativa de la 4T, en Morelos acelerar el desgaste de la gobernadora y en el 2027 cambiar la agenda, movilizar al electorado joven y transformar una agenda local (Uruapan) en uno de los ejes fuerza del sexenio.

Si los gobiernos de Morena dejan pasar este momento sin estrategia, van a pagar un alto costo electoral. Si lo aprovechan, pueden consolidar autoridad y ganar legitimidad hacia adelante. el tiempo y las respuestas oficiales dirán mucho más que cualquier discurso.

La verdadera oposición de Morena no está en los partidos, puede surgir de la sociedad.

·         posdata

La gobernadora Margarita González Saravia envió al congreso la terna para elegir al nuevo fiscal de Morelos, la integran Fernando Blumenkrón Escobar, Juan Manuel Zurita y Jorge Junior Esquivel.

Solo uno de los tres nombres que fueron presentados ante la cámara parece reunir las características que necesita la dependencia en un momento como el actual, solo uno de ellos tiene la experiencia y capacidad probada, así como los conocimientos actuales de un entorno cuya naturaleza es compleja y sumamente demandante.

Sin menospreciar a los otros, Fernando Blumenkron Escobar es la decisión lógica, reúne las características profesionales, tiene la trayectoria y el carácter para asumir una encomienda nada sencilla, pero de absoluta relevancia en un momento difícil para el país y para el estado.

La fiscalía no es una posición cualquiera, se trata de un área clave para la gobernabilidad y fundamental para el proceso de pacificación. El nombramiento en esa dependencia determinará el rumbo del gobierno actual y fortalecerá (o perjudicará) el trabajo de la gobernadora Margarita González Saravia en el reclamo más sentido de los ciudadanos: seguridad.

Los otros dos personajes incluidos en la terna pueden ser profesionistas valiosos, abogados con trayectoria y gente de bien, pero hoy la fiscalía necesita mucho más que eso. No se puede experimentar en un área de la que depende tanto el futuro del estado y de esta administración.

·         nota

Localmente la movilización del próximo 15 de noviembre no puede verse como una marcha más; para la administración de Margarita González Saravia, como para el resto de los gobernantes estatales y la presidenta de México, se trata de una marcha que podría arraigar conciencia entre los jóvenes, sobre todo en aquellas entidades, como Morelos, donde el trabajo de las oficinas dedicadas a la atención de la juventud es nulo, frívolo y desarraigado.

La caminata podría despertar a una ciudadanía nueva, que históricamente se había mantenido al margen de la política institucional, a quienes no les interesaba votar, que despreciaba a todos los partidos y veía al gobierno como algo ajeno.

En la zona metropolitana, donde tendrá lugar la movilización, la historia puede crecer rápidamente entre un electorado crítico, apartidista y que tiene sus propios canales de información y comunicación. Este movimiento puede romper el monopolio de los partidos y si los jóvenes toman como suya la agenda de la inseguridad, la violencia, la corrupción y la impunidad, ningún actor político de ningún partido podrá seguir evadiéndola.

En este punto las expresiones de descalificación, minimizando el movimiento, pueden ser contraproducentes, despiertan simpatía hacia las víctimas y desconfianza hacia el poder.

Si el despertar de esta generación es orgánico y se mantiene hasta el 2027, puede afectar el mapa político y desequilibrar a Morena.

El llamado de atención de la generación Z no es solo contra Morena, es contra toda la clase política y partidos, se trata de un sector que no busca una posición, un puesto o una beca, son jóvenes que exigen el derecho de vivir en paz, sin miedo, una demanda colectiva que nadie puede ignorar.

·         post it

El secretario de gobierno llamó la atención con una declaración en el sentido que aquellos trabajadores que no funcionen o no den resultados, serán relevados de su cargo.

Aunque para algunos se trató de un mensaje fuerte, lo dicho por Edgar Maldonado no puede ser más que aplaudido, porque expone algo que aplicaría en cualquier espacio profesional, ya sea en el servicio público o la iniciativa privada.

¿A quién puede ofender o quién tomaría a mal que se despida a quien no trabaja o no da resultados? Eso es justamente lo que los ciudadanos quieren que se haga en todos lados.

Frente al discurso rimbombante y políticamente correcto de muchos, la claridad con la que se expresa el nuevo titular de la política interna es plausible y podría ser su sello personal. Para que un mensaje sea apreciado no hay que adornarlo con grandilocuencia, basta hablar con verdad, apegado a la realidad y sentido común.

Reitero: Edgar Maldonado fue una buena decisión de la gobernadora y seguramente será un punto de referencia en su gabinete.

·         redes sociales

El presupuesto 2026 ha sido entregado al congreso. Comienza a correr el tiempo para su análisis y aprobación; el plazo límite es el 15 de diciembre.

Morena tiene 12 votos, necesita al menos dos más para avanzar; es tiempo de que se demuestre la capacidad de operación política al interior de la cámara.

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